sábado, 1 de diciembre de 2018

MEDIOS DE TRANSPORTE PRECOLOMBINOS

Transporte en la época PRECOLOMBINA.

Con el desarrollo de las civilizaciones los grupos humanos tienen necesidades de mayores cosas y entre ellas se encuentran los medios de transporte. Viajar de un lugar a otro dentro de un territorio determinaría de qué manera se abastece una ciudad o un imperio. En la época prehispánica, las diversas culturas que habitaron nuestro país tuvieron como principal factor en contra del transporte de largas distancias a la geografía de la zona. Lo accidentado de la geografía peruana no permitía el transporte más allá de cortas distancias, esto sumado a la inexistencia de animales que transporten carga y personas, y al desconocimiento de cualquier otra forma de transporte limitó mucho la movilidad de los grupos humanos de la época. Además, como consecuencia de esto el comercio no tenía la importancia que sí poseía en otras partes del mundo. Los pueblos prehispánicos eran autosuficientes, en especial los incas, como lo sustenta la teoría del control de pisos ecológicos; por ello, no necesitaban moverse de su sitio salvo cuando  el inca les ordenaba realizar la mita y para ello se contaba con la mejor infraestructura: los caminos del inca. Estos caminos permitían que las personas se movilizasen de un lugar a otro a través de la geografía accidentada de los andes; además, contaba con los famosos “tambos” que servían de refugio a lo largo del camino. Cabe aclarar que los caminos no fueron hechos solo por los incas sino que ya estaban construidos por las anteriores civilizaciones y éstos últimos los perfeccionaron. Además, estos caminos permitieron un mayor control del territorio incaico ya que permitía un eficaz desplazamiento a lo largo del Tahuantinsuyo. Sin embargo, no solo las personas se trasladaban solas sino que llevaban consigo sus pertenencias y para ello se utilizó a la llama.

El uso de la llama como animal de carga data desde tiempos antes de los incas. Por ejemplo, en el centro de Chan Chan, capital del imperio Chimu, se ubicaban dos terminales caravaneros, donde más de 600 individuos tenían a su cargo el transporte a lomo de llama de bienes suntuarios y de subsistencia desde y hacia la urbe.  Por otro lado, no solo se la usaba como animal de carga, ya que poseía una fisiología más resistente que los demás camélidos, sino que se aprovechaba su carne secada al sol como alimento y su lana para hacer prendas comunes. Se decía que la riqueza de los incas se fundaba en el acceso a tres fuentes de ingresos: la fuerza de trabajo, la posesión de tierras y la ganadería estatal. Esta última supuso la crianza de camélidos que fueron de vital importancia para alimentar y vestir al imperio.

Por otro lado, no solo se utilizaban medios de transporte terrestre sino que también existían las llamadas balsas de totora que se empleaban en el lago Titicaca mayormente para la pesca en dicho lugar. Además, esto no solo se vio en el altiplano, también existían canoas hechas de troncos huecos de árboles que se utilizaban en la costa igualmente para la pesca o la navegación

ESCULTURAS PRECOLOMBINAS

ESCULTURAS PRECOLOMBINAS.

Ejemplos de esculturas en Latinoamérica:
Atlantes México
Atlantes México
La conquista y dominación de los pueblos de América indígena y la imposición de las normas y pautas culturales de los colonizadores provocó  la  pérdida del valioso patrimonio simbólico, estético y filosófico que ellos poseían. Esta destrucción de bienes y saberes  afectó y aún resiente nuestro sentido de pertenencia y de identidad.
 Las culturas prehispánicas realizaron sus producciones  sujetas a códigos sociales, fueron expresiones de una comunidad,  con funciones utilitarias y rituales. Su estética no posee carácteres  miméticos, por el contrario, los complejos signos y símbolos de las multiformes figuras son estilizaciones o magníficas recreaciones de imágenes míticas.
Desde la arqueología cognitiva se determinó que los productos simbólicos  contribuían a consolidar las identidades grupales y tenían fundamental trascendencia en la difusión de las ideologías de los pueblos. No existió una unidad de estilo, forma ni concepto, entre los distintos períodos culturales. Como característica común, podemos citar una carencia de sensualidad, gran expresividad, dominio de las técnicas, equilibrio compositivo, dominio del dibujo e intenso simbolismo.
En el trabajo en piedra era destinado al rito y ceremonial, la escultura se reveló desde sus comienzos, plena de vitalidad y destreza, poseía una tendencia a la frontalidad y a la abstracción, eran productos de gran  expresividad y solemnidad.
En el noroeste argentino se sucedieron las más importantes culturas a partir del año 600 a.C. La arqueología cita un período precerámico de grupos cazadores y recolectores como primeros habitantes de este territorio con una cronología que se inicia en el año 10000 a.C.
 Las principales manifestaciones del arte prehispánico en nuestro actual territorio fueron realizadas en cerámica, talla en piedra y metalurgia; con ausencia de grandes construcciones arquitectónicas y escultura monumental

ANIMALES SAGRADOS PARA LAS CULTURAS PRECOLOMBINAS

ANIMALES SAGRADOS PARA LAS CULTURAS PRECOLOMBINAS.

Crédito: tambako
Para los nativos americanos, desde el norte hasta el sur del continente, todo tenía una razón de ser en nuestro mundo. De tal forma, en los animales encontraron virtudes y características representativas del ser humano que, con el tiempo, divinizaron. Era tal el credo del hombre americano y su respeto por su entorno que estaba prohibida la caza de ciertos animales sagrados y quien osara realizar tal acto era condenado a muerte.
A continuación te presento algunos de los animales más emblemáticos para la cultura nativa y que, tristemente y con el tiempo, han dejado de ser depositarios de ese respeto para, muchas veces, estar reducidos a ser simple mercancía.

EL PERRO

O “itzcuintli”, como lo llamaban los nahuas, estaba relacionado con la lealtad, la protección y ese instinto dominante que tienen algunas personas. Era muy respetado, incluso se decía que al morir, uno atravesaba un río llamado “apanohuaia”, pero podría hacerlo solo si en la orilla del río un itzcuintli estaba esperando a la persona que había muerto. Si esa persona había tratado mal a los perros en vida no podría cruzar y jamás alcanzaría el descanso eterno.

EL JAGUAR

Es una de las criaturas más importantes dentro de la cosmovisión prehispánica, representa la unión del Cielo con la Tierra, la totalidad. Los nahuas lo llamaban Ocelotl y los mayas Balam, y se creía que protegía a quien portara su imagen. Representa también a la noche y el poder nocturno.
Crédito: tambako

EL QUETZAL

Era considerada un ave de luz y se la asociaba con el sol, la fertilidad y la abundancia. Era tan especial este ave que estaba prohibido cazarla bajo pena de muerte. Su mejor representación es Quetzalcoatl, quien también adopta las características de la serpiente.
Crédito: hinkelstone

LA SERPIENTE

Es el símbolo de la Tierra, de lo material y de la sabiduría humana. En la zona maya era llamada Can y en la zona nahua, Coatl. Era considerada la encarnación terrestre del sol.
Chichen Itzá. Crédito: monkeygrimace

EL MONO

Era visto como símbolo del ingenio, de la alegría que produce no tomarse tan enserio la vida y de quien toma las riendas de su destino creando las oportunidades sin esperar a que éstas lleguen. Los nahuas le llamaban Ozomatli.
Crédito: rodoaraiza

LA MARIPOSA DE OBSIDIANA

Itzpapalotl es como la llamaban los nahuas, representa al símbolo “nahui-ollin”, o cuarto movimiento, que en el calendario mexica es el día en que terminará esta cuarta humanidad a la que pertenecemos.
Se creía que los guerreros muertos en combate se transformaban en pájaros o mariposas.
Crédito: milintoc.

EL AGUILA

Representativa de las más altas aspiraciones humanas, del Sol y de la conquista del hombre sobre la materia, se veneraba su gran fortaleza y su dominio del Cielo. Los nahuas la llamaban Cuauhtli, incluso en la leyenda nahua de la creación del cuarto mundo en el que vivimos se menciona que el águila obtuvo el color de sus plumas color café y negro al entrar a la hoguera donde los creadores estaban creando el cuarto sol.
Crédito: aaaaalex0180.

LA LAGARTIJA

Llamada “cuetzpalin” por los nahuas, representa la agilidad y la resistencia. Si alguien llegaba a nacer durante el día del calendario correspondiente a este reptil, se le auguraba que sería una persona poco enfermiza capaz de sobreponerse a cualquier contratiempo.
Crédito: Roberto Gonzalez

EL COYOTE

Coyotl, representativo de la astucia avaricia, de los excesos sexuales, de las mentiras, de los engaños y de la propensión a crear líos, el humor también está habitualmente asociado con los cuentos protagonizados por el coyote.
Crédito: shawnmccready.

EL BUHO

Era considerado el maestro de la clarividencia, capaz de aclarar lo que permanece oscuro u oculto. Se decía que conocía el camino al mundo de los muertos. El búho, en la cultura maya, representaba la sabiduría.

MUSICA PRECOLOMBINA


La música en la América precolombina


Antes que llegaran los españoles, las sociedades andinas revelaban una gran fascinación por la música, los cantos y las danzas. Algunas de ellas habían desarrollado una mano de obra altamente especializada en la construcción de instrumentos musicales y el manejo acústico del espacio natural y arquitectónico.  Mónica Gudemos es la directora del proyecto “Arqueomusicología Americana” y explica cómo eran esas manifestaciones y cuál era su función social.
“Huatiacuri, el pobre, entró solo con su mujer, los dos solitos. / Cruzaron el umbral y bailaron acompañados por el tambor de la zorrina; entonces, en toda la región, la tierra tembló.”
[Manuscrito de Huarochirí; Cap. 5: 73 y 74].
Como en este relato mítico de origen checa, recopilado junto a otros entre finales del siglo XVI y principios del XVII en el conocido Manuscrito de Huarochirí, las fuentes escritas coloniales han dejado constancia de la importante función social que la música tuvo en el Mundo Andino precolombino. Sobre esto, justamente, investiga Mónica Gudemos en el marco del Proyecto del CIFFyH “Arqueomusicología Americana: Los Ordenamientos Sonoros en América Precolombina. Región Andina”.
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Estudios de laboratorio. a, b, c: estudio organológico y acústico de trompetas peruanas de cerámica moche (Perú, 100-500 d. C.); d, e, f, g, h, i, j: estudio organológico y acústico de una flauta antropomorfa multifónica de tradición chorrera-bahía (Ecuador, 900-100 a.C.). El estudio contempla la reproducción de cada uno de sus componentes organológicos.
“En el año 1994, observando las características organológicas de las flautas de cerámica antropo-zoomorfas pertenecientes a la cultura La Aguada (noroeste argentino, en el primer milenio de esta Era), surgió en mí un interés muy particular por la música de quienes, a través de la excelente calidad de esos objetos, habían dejado huellas materiales de una notable habilidad técnica y una interesante concepción del sonido. Fue entonces cuando comencé a formular interrogantes acerca de la cultura musical de las antiguas sociedades andinas. A lo largo de estos años, buscando respuestas a tales interrogantes, me especialicé en Arte Precolombino y, particularmente, en Arqueomusicología Andina; renovando en forma permanente con el análisis de cada material arqueológico musical ese primer interés”, explica Mónica Gudemos, docente-investigadora del Departamento de Música de la Escuela de Artes de la Facultad de Filosofía y Humanidades.
A través de este proyecto, que concluyó en diciembre de 2009, se llevaron a cabo actividades de investigación, docencia y difusión en numerosas instituciones públicas y privadas de Argentina, Alemania, Bolivia, Chile, España y Perú, principalmente. También se realizaron trabajos de campo con investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba, de la Universidad de Buenos Aires y  la Universidad San Pablo CEU de Madrid, entre otras. Actualmente, después de dos años de investigación en colaboración con especialistas de las universidades Complutense de MadridNacional Mayor de San Marcos de LimaSan Pablo CEU de Madrid y del Institut Universitaire de France, los estudios en Arqueomusicología Andina fueron integrados al Programa del Equipo Internacional Interdisciplinario de Investigación “Andes: Estudios históricos y antropológicos”, conformado por docentes e investigadores de Perú, España, Francia y Argentina.
De la Arqueomusicología
La Arqueomusicología es una disciplina de investigación que se aplica al estudio de las manifestaciones musicales de los antiguos complejos culturales que, en el caso de este proyecto, se desarrollaron en la América Andina precolombina, especialmente en el noroeste argentino, norte de Chile, Bolivia, Perú y Ecuador.
Gudemos explica que el objeto de estudio en Arqueomusicología no implica únicamente el análisis de instrumentos musicales, sino de todo aquello que proporcione información acerca de la música como expresión cultural en las sociedades prehistóricas. Así, esta disciplina promueve el estudio sistemático e interdisciplinario de tecnologías constructivas, pinturas rupestres, iconografías decorativas, emplazamientos arquitectónicos, contextos funerarios y ámbitos topográficos de circuitos ceremoniales. Un estudio que exige tanto análisis de laboratorio (que incluyen desde la toma de placas radiográficas hasta los estudios metalográficos, el diseño de bases de datos estadísticos y de modelos de determinación acústica, así como la reproducción de sistemas organológicos de producción sonora) y trabajos de campo (en este proyecto no se contemplan precisamente actividades de excavación, sino estudios acústicos y de orientación astronómica en emplazamientos arqueológicos, así como estudios de contextos funerarios in situ, la determinación de antiguas trayectorias  y registros etnomusicológicos en las actuales comunidades andinas, como la música en la tradición oral, procesiones ceremoniales o circuitos festivos en topografía de altura), como también indagaciones de archivo, (particularmente sobre fuentes escritas primarias, como trascripción, traducción e interpretación de datos de crónicas, documentaciones civiles, políticas y religiosas, notas de viajeros, cuadernos de campo e inventarios de museos), para contextualizar socioculturalmente los materiales analizados.
“Como observé en el prólogo del primer Dossier en Arqueomusicología Andina de la Revista Española de Antropología Americana (publicada en Madrid por la Universidad Complutense en 2009), somos conscientes de las limitaciones operativas que en esta disciplina se presentan, puesto que jamás tendremos la oportunidad de registrar el instante en el que estas antiguas manifestaciones musicales tuvieron lugar, ni contamos con la información de quienes las produjeron, esos ‘colaboradores científicos y garantes de los procedimientos del investigador’ que menciona Simha Arom; pero, como también observé en la defensa de mi tesis doctoral, eso no significa que no tengamos acceso al conocimiento de aquellas realidades musicales. Es más, estas limitaciones constituyen el reto científico de nuestra especialidad. Debemos diseñar metodologías de análisis claramente focalizadas para cada caso en particular, debemos ‘aprender a interpretar’ información musical codificada también en contextos funerarios, emplazamientos arquitectónicos, técnicas y materiales utilizados en la fabricación de instrumentos musicales, fuentes escritas primarias y secundarias y un largo etcétera. Para ello, la coparticipación interdisciplinaria se considera fundamental. En nuestra investigación musicológica, se recurre actualmente tanto a la arqueología, la antropología y la historia, como a la biología, la física acústica, la arqueoastronomía, la filosofía, la plástica, la lingüística y la paleografía, sumando por cierto las técnicas especializadas utilizadas en trabajos de campo, archivo y laboratorio”, dice Gudemos.
Tecnológicamente, esta investigación ha demandado esfuerzos considerables, particularmente en lo que al estudio de instrumentos musicales arqueológicos se refiere. Sin embargo, Gudemos prefiere no exponer estos objetos a la manipulación directa durante los procedimientos de análisis acústicos. Por ello, recurrió a su reproducción en tamaño real, valiéndose de radiografías, dibujos técnicos y análisis de fragmentos. Las técnicas originales de laboreo en piedra, arcilla, madera, hueso y metal en cada cultura ocupan gran parte de esta investigación, ya que con ellas se reproducirán los sistemas organológicos básicos. Así, cuando el estado de conservación de los materiales no permite la emisión de sonido o cuando los efectos de dicha emisión generan condiciones de riesgo para los instrumentos musicales se procede al análisis acústico de sus reproducciones.
Gudemos agrega: “Cada detalle proporciona información. Por ejemplo, cuando llevé a cabo el estudio de las pinturas decorativas de los queros peruanos coloniales (vasos ceremoniales de madera de tradición incaica) del Museo de América de Madrid, para la identificación de las escenas e instrumentos musicales representados, no sólo tuve que observar lo estrictamente musical, sino también las maderas con las que habían sido construidos los vasos, el tipo de pintura y las técnicas de decorado, la posible procedencia regional de las vestimentas de los personajes representados, como así también de los diversos objetos, animales y plantas presentes en las imágenes pintadas. Posteriormente, los estudios etnomusicológicos y etnográficos brindaron valiosos datos complementarios sobre usos instrumentales, danzas o costumbres populares. Por su parte, la indagación de archivo me previno sobre diversos tipos regionales de instrumentos musicales y sobre los estamentos sociales en los que fueron utilizados entre los siglos XVI y XIX. Fue un estudio realmente interesante”.
Esta investigación, fue publicada por el Ministerio de Educación y Cultura de España en 2004, en el libro Canto, Danza y Libación en los Andes.
Los principales aportes científicos
La investigadora reconoce orgullosa que el trabajo de tantos años dio sus frutos, ya que realizó numerosos aportes a una disciplina aún no muy difundida en el mundo científico, como es la arqueomusicología. Uno de ellos, y quizás el principal, es la contextualización cultural de los instrumentos musicales arqueológicos analizados, en particular de aquellos procedentes del noroeste argentino, sobre los que había poca información. Esta contextualización implicó los primeros estudios musicológicos sistemáticos de la iconografía musical arqueológica de la región, como la de las pinturas rupestres de la Cueva CC2, en Ancasti (Catamarca).
No obstante, dos fueron los hallazgos más reconocidos del proyecto. Uno, fue el descubrimiento de la existencia de sistemas específicos de afinación de instrumentos musicales huari (800-1000 d. C.), procedentes de la costa central de Perú, que echó por tierra la difundida teoría de la uniformidad pentafónica andina precolombina, a partir de la cual se sostuvieron gran parte de los postulados sobre música andina durante el siglo XX.
El otro, fue la determinación del sistema prehispánico de medición por longitudes proporcionales, denominado en esta investigación Pichqa-Tawa (5-4). La determinación de este sistema de medición se da a partir de los resultados arrojados por los procedimientos de estudio de la demarcación de los módulos de afinación de las flautas óseas de la cultura Huari.
Antes de estudiar música, Gudemos cursó algunos estudios de astronomía. Esto le dio una base teórica y metodológica que luego aplicaría en sus investigaciones. “Para estos trabajos diseñé un prototipo metodológico con base estadística, a través del cual puede determinar que estas flautas huari estaban afinadas conforme a la demarcación de módulos específicos de longitudes proporcionales. No fue un trabajo sencillo. Por eso, tal vez, este descubrimiento es uno de mis grandes orgullos”, señala y completa: “Por otra parte, a través de este descubrimiento comprendí que hay principios conceptuales sobre afinación y sonido en nuestra cultura, que a menudo trasladamos metodológicamente en forma inadecuada a otras culturasque no se han manejado ni técnica ni conceptualmente con los mismos principios. Eso nos lleva a cometer errores que sólo se superan cuando superamos nuestras propias maneras de interpretar culturalmente los datos que obtenemos en laboratorio”.
Gudemos señala, asimismo,  que este proyecto no pudo tener mejor cierre de etapa, que la publicación colectiva del primer Dossier sobre Arqueomusicología Andina en la Revista Española de Antropología Americana, de la Universidad Complutense de Madrid, en 2009, cuya edición estuvo a su cargo.
La función social de la música en la América prehispánica
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Trabajos de campo. a: imagen de las explanadas centrales de Machu Picchu (Perú) tomada durante los estudios acústicos del espacio ceremonial; b: imagen tomada desde una de las ventanas del emplazamiento conocido como el observatorio astronómico en Machu Picchu, durante las mediciones astronómicas de posición llevadas a cabo conjuntamente con la astrofísica Ortiz García; c: mediciones topográficas en Písac (Perú); d: Contexto funerario aborigen del siglo XVI con instrumentos musicales (sitio La Falda, Tilcara, Jujuy, Argentina), excavado en 1996 por el Dr. O. Mendonça; e: danzantes en las pinturas rupestres de la cueva CC2 (Catamarca, Argentina, cultura La Aguada, primer milenio de esta Era); f, g: estudios etnomusicológicos en Tilcara (Jujuy, Argentina), participantes de procesión en Semana Santa y el coplero Don Eugenio Martínez.
Los estudios llevados a cabo en este proyecto permitieron comprobar que, en el Mundo Andino prehispánico, algunas culturas desarrollaron tecnologías constructivas diseñadas específicamente para la producción de objetos con función acústica de gran calidad. Tecnologías que, sin lugar a dudas, fueron fruto de una larga experiencia en el estudio de las propiedades del sonido y el manejo de los materiales con finalidades sonoras. Esto conduce a pensar que tal calidad en la oferta de producción sólo pudo estar promovida por una exigente demanda. No es incorrecto, entonces, conjeturar sobre la importancia social que tales objetos y sus producciones sonoras tuvieron en esas culturas.
Al respecto, Gudemos explica: “Considerando los materiales y el marco de una producción preindustrial, en algunos casos podemos hablar, incluso, de una verdadera ingeniería acústica y no tengo ningún reparo en decirlo. Existen organologías realmente notables, ingeniosos diseños de sistemas acústicos con complejas producciones sonoras que exceden el propósito de la simple emisión de sonido. El oficio de los constructores no sólo contemplaba la ‘capitalización’ de los logros tecnológicos de una larga tradición constructiva, sino también el conocimiento de patrones acústicos muy precisos, que a veces se resolvían en sistemas de afinación que, en el caso de los módulos de afinación por longitudes proporcionales de los huari, sólo pudimos descubrir recurriendo a metodologías estadísticas. En estas culturas, que haya existido la posibilidad de formar una mano de obra con este grado de especialización, significa que había una demanda con exigencias específicas. Entonces, si hay este tipo de demanda, podemos conjeturar no sólo sobre la existencia de prácticas musicales igualmente especializadas, sino también sobre la importante función social de tales prácticas. Al respecto, por ejemplo, los cronistas españoles coinciden al informar sobre la rigurosa organización de las ceremonias oficiales incaicas, en las que los cantos, las danzas y toques instrumentales eran imprescindibles como elementos de identificación estamentaria, en una sociedad fuertemente estratificada. El particular detalle con el que algunos cronistas describen los acontecimientos festivos incaicos ofrece datos que, constatados a través de estudios de campo, análisis de material arqueológico y estudio contextual histórico de las fuentes escritas, nos permiten llevar a cabo un estudio cultural de estas manifestaciones musicales, su importancia social y su concepción cosmogónica”.
Un proyecto interdisciplinario
El proyecto dirigido por Gudemos se encuentra radicado en el Área Artes del Centro de Investigaciones de la FFyH y las tres disciplinas fundamentales que lo atraviesan son la musicología, la arqueología y la antropología. “La formación del investigador, en este caso, tiene que ser necesariamente interdisciplinaria”, contesta categórica Gudemos y agrega: “Es necesario formarse en varias disciplinas para ser un correcto interlocutor en los actuales equipos de investigación. La buena consecución de los objetivos sólo se logra con diseños metodológicos específicos, que tiendan a resolver prácticamente cada uno de los problemas delimitados. Pero para responder operativamente a niveles metodológicos de exigencia, el investigador debe estar permanentemente actualizado en su formación, no sólo en lo que atañe a la especificidad de su disciplina, sino también en lo referente a los avances del resto de las disciplinas con las que interactúa en su trabajo”.
En 1994, Gudemos presentó sus primeros estudios sistemáticos de arqueomusicología andina. Se había recibido en la carrera de Composición Musical en la Facultad de Filosofía y Humanidades y cursado algunos estudios en astronomía. “Tenía formación musical y matemática, pero no arqueológica y antropológica”, cuenta. Por ese motivo, se sumó (con el valioso asesoramiento de Alberto Rex González) al Proyecto Arqueológico Ambato, entonces dirigido por José Antonio Pérez Gollán, en el que trabajó, con una beca del Consejo de Investigaciones de Córdoba (CONICOR), hasta 1997. En ese año comienza su Doctorado en Antropología de América (con especialización en Arte Precolombino: Arqueomusicología Andina) en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid.
A su regreso, comienza a dirigir su propio proyecto, en el cual participaron estudiantes, egresados y docentes de Escuela de Artes, como así también investigadores formados de unidades académicas extranjeras. “La formación de Recursos Humanos es uno de los principales objetivos de este proyecto -dice Gudemos-, por ello, hemos prestado particular atención a las actividades de formación a través de los cursos de grado y posgrado específicos en arqueomusicología y arte precolombino, los cursos de extensión en investigación en artes y los cursos especialmente diseñados para los proyectos individuales de los ayudantes alumnos y adscriptos que desarrollaron sus actividades en este proyecto”.
Entre las investigaciones que este proyecto incluyó para la formación de Recursos Humanos, se encuentran aquellas sobre Música mapuche (el Catálogo Interactivo de Instrumentos Musicales Mapuche fue declarado de Interés Nacional por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación en 2004), sobre la Enseñanzamusical en las escuelas rurales de Córdoba, sobre las Pinturas rupestres del noroeste de Córdoba y sobre Astronomía, música y sociedad en el Cusco incaico, llevado a cabo conjuntamente por Gudemos y la astrofísica  Elena Ortiz García, de la Universidad San Pablo CEU de Madrid.
Entre los proyectos complementarios al de Arqueomusicología Americana, que fue aprobado y financiado con becas del Programa de Reforma de la Educación Superior (FOMEC), y el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD, Deutscher Akademischer Austauschdienst), se encuentran el trabajo interdisciplinario Astronomía, música y sociedad en los Andes, aprobado por la Universidad San Pablo CEU (Madrid), el CIFFyH y el Instituto Nacional de Cultura de Cusco (Perú) y el proyecto Informaciones sobre el material arqueológico musical en las notas manuscritas de Max Uhle (última década del siglo XIX), autorizado por el CIFFyH y el Instituto Ibero-Americano de Berlín. Cuando entrevistamos a la investigadora, recién regresaba de Alemania, donde se encontraba trabajando en la continuación de este último proyecto.
También, en el marco del proyecto general, se realizó el trabajo interdisciplinario de producción artística Semana Santa en Tilcara, documental antropológico llevado a cabo por la investigadora, conjuntamente con los docentes de la Escuela de Artes, Pedro Klimovsky (del Departamento de Cine y TV) y Gustavo Alcaráz (del Departamento de Música). Este documental fue estrenado el 9 de abril de 2009 en Jujuy y presentado en las XIII Jornadas de Investigación en Artes del CIFFyH, el 4 de noviembre de 2009.
Por último, Gudemos se encuentra actualmente trabajando en el proyecto de creación del Área de Estudios Antropológicos de la Música en la Escuela de Artes de la Facultad de Filosofía y Humanidades, cuya finalidad es, según apunta la investigadora, “canalizar la creciente demanda por parte de los alumnos de una formación académica especializada en Estudios Antropológicos de la Música, como así también de una contención académica de los proyectos de investigación y producción artística orientados hacia la Música Popular y formulados como trabajos finales de las carreras de Música”. Asimismo, el Área, denominada en otras unidades académicas Músicas del Mundopromueve a través de sus objetivos tanto una formación de apertura hacia las producciones musicales de otras culturas, como una formación en investigación que capacite al alumno para enfrentar estudios de Postgrado.