sábado, 1 de diciembre de 2018

VESTIMENTA PRECOLOMBINA

VESTIMENTA PRECOLOMBINA-

La vestimenta indigena es sin lugar a dudas la máxima expresion artistica míti 
coreligiosa de los nativos de Guatemala. En ella encontramos una hermosa e intere- 
sante mezcla de motivos mayenses y españoles, y de estilos basados en atuen- 
dos originales precolombinos combinados con los coloniales y otras innovaciones 
recientes. En su confección encontramos el uso de materiales como el henequén y el algo- 
dón, que son conocidos desde la época maya; el uso de lana y de seda, que fue- 
ron introducidos por los conquistadores, y actualmente el uso de fibras sinteti- 
cas como el rayón, la sedalina y la lustrina. 

En cuanto a los colores, estos también tienen su antecedente histórico. En la 
época precolombina conocieron el rojo, el blanco, el amarillo y el negro, que eran 
los colores sagrados de la guerra, de la vida representada en el maiz, y de la muer 
te. Aun entonces el tinte rojo, probablemente fue preparado utilizando la cochini 
lla, que posteriormente sería el tinte de exportación mas importante de Guatemala. 
Tambien se utilizaban tintes extraidos de conchas marinas, del añil (arbusto de tin 
te) y de la corteza de ciertos arboles, tales como el campeche, el moral y el mara- 
ñon. Por otra parte empleaban el algodon “cuyuxcate” de color café natural. 
Actualmente se utilizan pigmentos de diferente procedencia, algunos con tonalidades 
chocantes, fluorecentes. Las monjas y los misioneros que siguieron a los conquistadores instruyeron a los 
indigenas para que perfeccionaran su tecnica en la costura, en el uso del telar de 
cintura un poco mas moderno y en el telar de pie. Aunque en el año de 1563 los es- 
pañoles prohibieron por ley el uso de la tecnica de tejido de brocado, poco a poco 
los indigenas mejoraron sus técnicas utilizando las conocidas como tapiz, el soumak, 
y de nuevo el brocado, aunque su prohibicion temporal probablemente interrumpio la 
evolucion en el desarrollo de las tecnicas primitivas. 

Muchos pueblos modificaron el diseño y estilo de sus trajes, lo mismo que la for 
ma de amarrar las fajas o colocar los tzutes, y sobre todo los diseños de los huipi 
les, cuyos motivos y forma de usarse daban a conocer la categoria social de quienes 
las llevaban. A los españoles del tiempo de la colonia, les convenia mucho saber 
a cuales pueblos pertenecian sus esclavos y/o trabajadores indigenas. 

Por lo tanto, el traje tenía importancia tanto para los encomenderos españoles 
como para los indigenas. Son hechos casi siempre por la mujer, y su elaboracion puede tardar de tres a o- 
cho meses, sobre todo en el caso de los huipiles y tzutes. Otros son elaborados 
por los hombres en telares de pie, en menos tiempo. Los mas modernos y mas bara- 
tos son hechos en telares industriales. 

La gran mayoría de los trajes que parecen estar bordados a mano, en realidad son 
trabajos en el telar con una tecnica conocida como “brocado”, en la que hilos de di- 
ferentes calibres, materiales y colores son llevados a la trama original. 
En la mayoria de los casos el bordado a mano es reservado para rematar las abertu- 
ras de cuello y de las bocamangas de los huipiles, y para adornar las uniones de los 
lienzos de las faldas, huipiles, tzutes, etc. 

En la elaboración de los corte para las faldas de mujer, de camisas de hombres 
y de perrajes, la tecnica conocida como jaspeada o ixat es bastante comun. Con 
esta tecnica, antes de teñirse, las madejas de hilo se amarran con pitas a cada 
cierta distancia, de modo que durante el tinte estas partes del hilo queden sin te- 
ñirse. Esto produce un dibujo de un solo color, mas el color natural del hilo. 
Si se repite varias veces, la tela resultará con varios colores en diversos dibujos. 
Aunque la tela ixat es bastante común en Guatemala, su elaboracion es verdadero ar- 
te, que generalmente no se aprecia como se merece. Los pueblos mexicanos y andinos, los del suroeste y sureste de Norteamérica y algunos grupos indígenas de la costa noroccidental del Pacífico disponían de jefes religiosos que ocupaban todo su tiempo en las tareas propias de su cargo, así como de templos o edificios dedicados a la adoración de sus respectivos dioses. Los pueblos de otras regiones tenían sacerdotes que desempeñaban esta actividad durante parte de su tiempo y por lo general carecían de templos permanentes. Los sacerdotes de medio tiempo y los chamanes o curanderos aprendían a dirigir las ceremonias ayudando a los más ancianos; en las culturas más importantes, los sacerdotes recibían su formación en escuelas anexas a los templos. 

La mayoría de los grupos indígenas creía en una fuerza espiritual como origen de toda la vida. En muchas áreas del continente americano, la fuerza divina se plasmaba de diversas formas: como luz y fuerza de vida, centrada en el Sol; como fertilidad y poder, ubicada en la Tierra; como sabiduría y poder de los dirigentes terrenales, reflejada en ciertas criaturas como el jaguar, el oso o las serpientes. En la mayor parte de América, los devotos religiosos potenciaban sus facultades de percepción de la divinidad utilizando a veces plantas alucinógenas, como el peyote, o en ocasiones ayunando y entonando canciones hasta alcanzar visiones espirituales. 

Los indígenas americanos creían que el alma de los difuntos viajaba a otra parte del Universo, donde disfrutaba de una existencia placentera mientras que desarrollaba las actividades cotidianas. El alma de las personas desdichadas o perversas vagaba por los alrededores de sus antiguas viviendas, provocando desgracias. Muchos pueblos indígenas celebraban una ceremonia conmemorativa anual en recuerdo de sus parientes difuntos; en Latinoamérica esta celebración se fusionó más tarde con la festividad cristiana del Día de los Difuntos.





Época precolombina

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Desde tiempos antiguos nuestro país ya era un exponente en cuanto a moda en la vestimenta se refiere, ya que en la época prehispánica los antiguos pueblos mesoamericanos ya incorporaban un peculiar “estilo” al momento de vestir, que iba desde adornar sus trajes con plumas y pieles de animales, a incrustaciones de piedras y metales preciosos. Quizá la moda más llamativa en esta época eran los fastuosos tocados de plumas en la cabeza, llamados “Penachos”, que sólo podían ser lucidos por la realeza, tanto aztecas como mayas, así como los largos collares y medallones que se incorporaban a una especie de capas hechas de manta y/o de pieles de animales como la de jaguar o pantera.

Aunque claro, la vestimenta social de la clase normal era bastante simplista, con pequeños y no tan elaborados conjuntos de manta y de telas hechas con plantas como el maguey, llamados ayates; también existían los famosos “tapa rabos” que como su nombre lo dice, se usaban exclusivamente para cubrir la zona pélvica y de las partes íntimas, generalmente asemejando una especie de pañal antiguo, usados generalmente por los campesinos y la clase obrera, para facilitar su comodidad al momento de trabajar. La vestimenta masculina, a diferencia de la femenina, se conservaba dentro de la comodidad para la actividad laboral; los campesinos y pastores indígenas, vestían sin camisa y calzón blanco de manta, y las mujeres usaban un conjunto completo de manta con pequeños adornos en la parte del cuello

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